Internet es quizás el arma más poderosa del
siglo en el que vivimos. Se dice que Internet lo tiene todo. “Todo” es un
concepto muy peligroso. Voy a evitar hablar ya del acceso a las compras, a la
pornografía y a las redes sociales…
Internet es una fuente de información masiva
de gran utilidad. Gracias a ella podemos saber que pasa en la otra parte del
mundo. Esto es increíble, sobretodo cuando no sabemos qué le pasa a nuestro
vecino. La preocupación es que quién no sabe discernir entre la buena y la mala
información, que en su mayoría son la audiencia de canales que ofrecen pleno
entretenimiento, no debería tener acceso a la plataforma digital. Nos ahorraríamos, entre otras cosas, la inutilidad de que el padre tenga que
controlar lo que el hijo está haciendo.
El mundo ha funcionado mejor cuando los
derechos eran sólo para los adultos. Los padres veían la tele y echaban a los
hijos de la TV. Esto
nunca ha creado un trauma a ningún niño. Les enseñaban que las películas tenían
contenidos no apropiados como muestras de violencia o vocabulario no apropiado.
Internet oferta a los niños la posibilidad de
obtener la información de un adulto. De igualarlos. La invención de un “control parental” está muy
bien, pero no olvidemos que los niños saben, ya incluso antes de ser
adolescentes, desenvolverse mejor que el padre en la red. Si cuando recibimos
información no sabemos organizarla corremos el riesgo de mal educarnos. Hay que
formarse para saber que sólo hay que creer la mitad de lo que veamos. Después
debemos ser inteligentes y saber qué mitad creer.
El niño debería ser instruido en lo que le
rodea y lo que los libros le enseñan. Prohibir Internet a los menores hasta
estar formados y saber discernir entre la útil e inútil información los
acostumbraría a esforzarse, a encontrar la información que necesitan, entre
libros y enciclopedias. Sólo tendrían lo que necesitan para desarrollarse y
aprenderían valores educativos que hoy se han perdido. El acceso a Internet se
podría concebir como el premio de un padre a un hijo por su buena educación.
Aunque ya algunos echaran la culpa a las
consolas, al menos los niños se reunían para jugar. Es responsabilidad del
padre no dejar jugar al niño a algo que no cumpla su restricción de edad. El
acceso Internet aún ha llevado a los niño a bajarse el juego que quieran, a jugar
“juntos” pero cada uno en su casa, a poder actuar con total libertad , a
utilizar Internet como una herramienta de mala educación…y no he hablado del “tuenti”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario