El vaticinio de un rescate español hace
tiempo que anda en boca de la plebe. Hoy se ha puesto sobre la mesa y se ha
hecho realidad. Mirándolo desde una perspectiva lógica, lo peor les viene a las
generaciones que ya sufren los recortes, no a las siguientes generaciones.
En España algo ha pasado que me ha hecho
pensar de esta manera. Quién tenga hijos o sobrinos o primos de corta edad sabrán
que nos han dicho muchas veces “¡qué no me hables en pesetas, qué no sé lo que
es!”. Para ellos la vida siempre ha sido un móvil y no logran entender como podíamos
estar sin hablar más de un minuto con nuestra familia que estaba en Suiza. Aplicando
la lógica de este milenio me remonto a
los 80.
Margaret Thatcher fue una de las primeras en
privatizar la Educación
en Europa. En su época muchas fueron las revueltas que se produjeron por tal
desfachatez pero ahora ningún inglés concibe una universidad pública. Las
nuevas generaciones inglesas han vivido de formal normal la precariedad y la
falta de una clase media burguesa. Tampoco conciben vivir en el núcleo familiar
con 20 años, sino fuera de casa con compañeros de piso. Lo del transporte…público.
No digamos estar sin un trabajo, a media jornada, con 18 años.
Nosotros, los que ahora estamos trabajando,
los que son pensionistas, sufrirán la austeridad y pagarán impuestos
desorbitados. Nuestros hijos y nuestros nietos no concebirán un IVA del 16% o
una universidad de 1000 euros al año. Les parecerá barato. El país cambiará y
su mentalidad con ellos. La injusticia de la que ahora nos quejamos será la
misma de la que nos hemos quejado cuando las pipas Facundo, que valían veinticinco
pesetas, pasaron a valer ciento sesenta y seis pesetas (1 €).
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