La arena del Coliseo albergaba luchas de
gladiadores y espectáculos públicos, como en cualquier plató de Telecinco. Su
edificación se construyó por orden emperador Vespasiano, así como Berlusconi, otro emperador
italiano, instauraba Mediaset en España Telecinco, el primero de los ahora ocho canales que Mediaset posee. Ambos,
Telecinco y el Anfiteatro, fueron cambiando de dueños: uno desde los años 90
hasta el 2011 y otro durante el Imperio Romano
Tanto Telecinco como el Coliseo son
una demostración de poder imperial y unión del núcleo familiar, y resultan ser
increíblemente populares en la plebe de su época.. A lo largo de su trayectoria surgírán nuevos espectáculos: En el
Coliseo, desde la naumachiae hasta las munera. En
Telecinco, desde el pressing
catch o Las noches de tal y tal (programas honrando alcades
poderosos de la nación, tal cual Césares) hasta otros con nombres como ¡Sálvame!
, comparable a jaurías donde siempre alguien sale herido.
En el hipogeo del Coliseo
residían los luchadores, los burdos
habitantes del vulgo dispuestos a conseguir el reconocimiento de la plebe que
la observaba desde el maenianum summum
(la grada más alta y destinada a los pobres). Los luchadores eran miembros de
la plebe que nutrían la diversión de sus tales. Un ejemplo actual de esta
nutrición es Belén Esteban.
A pesar de que tanto la imperial
edificación como la cadena se vieron nubladas en ciertas ocasiones por guerras
civiles en el Imperio y la cadena, esto no ha sido impedimento para la continuación de su majestuosidad y
su influencia sobre el pueblo durante sus años de actividad.
Si en la actualidad el Coliseo
se mantiene iluminado durante 48 por la ejecución o procrastinación de una pena
de muerte en cualquier lugar del mundo, a Telecinco no le dan todas sus horas
de emisión para honrar a los lingüistas y filólogos asesinados por el uso de la
lengua de los presentadores y sus colaboradores.
El Coliseo cesó su actividad en la
Edad Media después de siglos contentando a
la plebe. Sin embargo, en el siglo
XX, el Coliseo pasaría a llamarse Telecinco y empezaría su programación con un
espéctaculo llamado “¡por fin juntos!” y cuya cara no era otra que Victoria
Abril… y hasta aquí puedo leer. Es curioso que después de tan glorioso espéctaculo de variedades y una
película que buscaba el Arca Perdida, se emitiese un combate de boxeo (la
regresión a los gladiadores). El Coliseo contentó a la plebe y mientras tanto el Senado hacía y deshacía, en ambas épocas.
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