martes, 24 de mayo de 2011

Democracia Real

Se me ha pasado por la cabeza dedicar mi blog a los menores de edad. A todos esos que después del instituto se van a jugar a la consola, hacer botellón o simplemente a acampar a la puerta del Sol...o a donde sea.

Después de  leer el manifiesto y las propuestas de Democracia Real Ya (DRY) he llegado a la conclusión de que la plataforma DRY lucha con unos principios por un cambio que no son compartidos en todas las acampadas. Para el cambio haz lo que debe hacer una persona adulta, hacer una propuesta. Para todos aquellos, y en especial para los púberes que oyen campanas y no saben dónde, les podré resumir que no se deben poner bajo una pancarta que diga Democracia Real porque eso es que no ha leído bien de qué va esto.

El comunicado que la plataforma digital emitía el 23 de mayo decía: "nuestro movimiento nunca ha pedido la abstención, ni el voto en blanco, ni el voto nulo, ni el voto para ningún partido en concreto". Por lo tanto, damas y caballeros, lo de no votar a los partidos mayoritarios me parece el último cartucho de algunos antiguos votantes de izquierdas apelando lo que el vulgo conoce como el perro del hortelano.

Guardaré improperios para las réplicas pero debo decir que los nacionalizados españoles sois menores de edad hasta los 18 años. ¿Sabéis que significa eso, enanos? Que no se sale de casa si papá o mamá no deja. ¿Y sabéis por qué? Porque estáis bajo la tutela de un adulto. Eso significa que vuestro tutor, y ya paso de llamar padres o madres a algunos progenitores, sufre un daño colateral cada vez que hacéis algo que no os permiten.

Permitiros ir a la acampada Sol está bien, a la fiesta: "Vamos, Juan, hay más plazas". ¿Así os manifiestáis?. Pero si os váis a manifestar al menos sabréis decirme qué es una democracia bicameral, qué es la Cámara Alta, qué es la Cámara Baja y cual es vuestra causa. ¿Queréis un cambio? Lo que queréis es lo que quiere el vecino. Los regalos a los Reyes.

Otro de los argumentos más cabales de por qué estas "hormonas con patas" no deberían unirse a la causa es porque no pueden votar. Ergo (ergo es un latinismo que significa 'entonces') seguid jugando a la play. Estáis haciendo ruido ¿para qué? para convencer a un adulto que vote en tu nombre. ¡Pasapacaaaaasa!

Cómo menores de edad, no tenéis capacidad de decisión democrática. Callaos y quejaos porque no os han dejado salir el sábado o porque el profesor os ha suspendido. Son cosas que hoy os preocupan, estupideces del mañana. Si no habéis trabajado en vuestra puta vida, no salgáis a la calle a uniros a una causa que no es la vuestra. Si lo hacéis, vuestros padres deberían plantearse un cambio sí, una reforma en vuestra educación.

martes, 3 de mayo de 2011

Grito cuatro

No sé si alguna vez se ha fijado el lector en que mi colega Freaky Fancy tiene una leve predilección por el terror de poca monta. Se ha cegado en una saga de películas que, al estilo más Saw, han impactado por su final y han atraido a púberes como mi compañero de blog. Aún así, le voy a perdonar que diga que Scream 4 es una parodia cuando me ha parecido que es una buena película de sobremesa. Quizás con un final absurdo pero con un argumento entretenido y muy al estilo de las anteriores.

Yo, sin embargo, pudiérase por mi avanzada edad, me decanto por películas de terror más clásicas como  Creep Show. Quizás por ser la primera película que me han dejado ver con dos rombos o por ser la primera con la que tuve pesadillas.

Eran otros tiempos. El feo era el malo y el guapo era el  bueno. Es como poner a William Dafoe haciendo el papel de bueno y a Brad Pitt el de malo... bueno vale, ese también es feo.  El terror estaba basado en gore y una música estridente que avecinaba un asesinato, unos actores feos descendientes de La Bruja Avería y la revelación del secreto que desenmascará la lucha final entre el bueno y el malo. Ahora no.

Ahora son efectos realistas de los que no reiremos en el 2050...si llegamos allá. Todo está tan visto que el guión final sentencia la película. Las películas de terror más exitosas son donde jóvenes estudiantes mueren, en especial las chicas explosivas y los chicos anodinos. Hay disfraces, caricaturas, marketing a punta pala y sobretodo muertes sin esa música chirriante que te hacía apretar el cojín.

Tanto se ha tenido que renovar la industria del terror que hasta Wes Craven ha tenido que coger un cuadro para diseñar una máscara que no deja de engendrar películas - buenas o malas - que a fin de cuentas se cobran dos horas de nuestra vida.